Lectura del Santo Evangelio según san Juan (24,46-53)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre
los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y
el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha
prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la
fuerza de lo alto.»
Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Palabra del SeñorDespués los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Hoy, aquel hombre que nació Niño en Belén; Aquel que
curó a enfermos y acompañó a los tristes; Aquel que curó heridas y que
subió a la cruz; Aquel que, al tercer día resucitó… ¡HOY SUBE A LOS
CIELOS!
Esta fiesta es una fiesta de gran alegría.
Jesús, al entrar en el cielo, deja una puerta abierta por la que,
nosotros también, entraremos a formar parte de esa otra gran fiesta y
alegría eternas que existen junto a Dios.
AHORA NOS TOCA A NOSOTROS
También
nosotros ascenderemos.
En la fiesta de la Ascensión celebramos que Jesús
ha sido levantado por Dios y rehabilitado ante los ojos de sus
discípulos.
Celebramos que Jesús ha vencido la muerte,
que es el último
enemigo.
El que padeció y murió bajo el poder de Poncio Pilato es hoy el
que vive "por encima de todo principado, potestad, fuerza y
dominación". Celebramos que ha resucitado no para volver a morir o
regresar a un mundo dominado por la muerte, sino para ir "más allá".
Celebramos que Jesús ha llegado a su destino, que ha cubierto el camino
de nuestra esperanza, como adelantado y cabeza de todos los que se
salvan, como primicia de la nueva humanidad. Si Jesús ha ascendido,
también nosotros ascenderemos hasta llegar a la altura de los ojos de
Dios, a cuya semejanza hemos sido creados. Porque también nosotros le
veremos tal cual es, cara a cara.
¡DÉJANOS LA PUERTA ABIERTA, SEÑOR!
Que no la cierre el viento del camino fácil
Que no la empuje nuestra falta de fe
Que no la obstruya nuestro afán de tener aquí
¡DÉJANOS LA PUERTA ABIERTA, SEÑOR!
Para vivir y morar contigo
Para amar y vivir junto a Dios
Para sentir el soplo eterno del Espíritu
Para gozar en el regazo de María Virgen
¡NO NOS CIERRES LA PUERTA DEL CIELO, SEÑOR!
Amén