Carta de monseñor Jorge Mario
Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires a los catequistas de la
arquidiócesis (21 de agosto de 2010)
Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió
y preguntaban: “¿Quién es éste?”. Y la gente respondía:
“Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea”.
(Mt 21,10-11)
Querido catequista:
La festividad de San Pío X y la celebración del
día del Catequista son una ocasión propicia para hacerte llegar mi
sentimiento de gratitud por tu entrega silenciosa y comprometida en el
ministerio de la
Catequesis.
La Catequesis en la
Argentina atraviesa un momento muy especial ya que, como
sabrás, en el año 2013 tendrá lugar en Morón el III Congreso Nacional de
Catequesis. Su lema “Anticipar la
aurora, construir la esperanza” nos pone en sintonía
con aquello que tan hermosamente nos dice Aparecida: “La Iglesia está llamada a
repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las
nuevas circunstancias…. No puede replegarse frente a quienes sólo ven
confusión, peligros y amenazas o de quienes pretender cubrir la variedad y
complejidad de situaciones con una capa de ideologismos gastados o de
agresiones irresponsables. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la
novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro
personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y
misioneros…” (DA 11)
Al agradecerte
todo lo que haces por la
Catequesis, le pido de corazón al Señor que te
rejuvenezca con su gracia, ya que la renovación de la pastoral y de la
catequesis no dependerá “de grandes
programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen
dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su
Reino.” (DA 11)
En nuestra tarea
evangelizadora Dios nos pide que acompañemos
a un pueblo que camina en la fe. Por eso el Señor nos regala
rostros, historias y búsquedas... Y siempre nos hace bien recordar que ese
niño, joven o adulto que Dios pone en nuestro camino, no son vasijas que demos
llenar de contenidos o personas que debemos conquistar. El Señor ya
habita en sus corazones, ya que El siempre
nos precede, nos “primerea”.
Nuestra tarea será simplemente ¡y
nada menos! ayudar a develar, a explicitar la Presencia de Aquél que
ya está y tiene el poder de hacer plena toda vida. Misión hermosa, ministerio
de la Palabra
que los catequistas realizan ininterrumpidamente desde hace casi dos mil años.
Servicio eclesial que reconoce muchas formas y diversos lugares. Por todo esto,
¡gracias y ánimo! Y no dejen
de estar al servicio del santo pueblo fiel de Dios…
Un pueblo que
necesita de testigos antes que maestros. Hagan que la catequesis sea
transversalmente kerygmática,
para que el proceso y maduración de la fe tengan la frescura del encuentro con
Aquél que, a través de la Iniciación Cristiana, te consolida como discípulo
misionero.
Un pueblo del
cual ustedes y yo formamos parte y con el cual, gracias al Bautismo, nos reconocemos
familia y nos descubrimos hermanados en Jesús y sanados de toda herida de
orfandad.
Un pueblo cuya
vida transcurre en esta querida ciudad que habitamos, cuyo río muchas veces no supimos
cuidar pero nos da identidad de “porteños”. Ciudad de Buenos Aires, autónoma y
dependiente al mismo tiempo, con mucho de Corinto en sus luces y en sus
sombras.
Un pueblo y una ciudad que tienen fe y se palpa en
su diario caminar. Rica en sus numerosos santuarios
y en esos altarcitos familiares que, paradójicamente, son más frecuentes en los
barrios para algunos mirados simplonamente como marginales o descartables.
Un pueblo y una ciudad necesitados de cercanía,
para que “lo macro” y el anonimato no maten la historia mínima que, por ser
humana y cristiana, se hace historia y tierra sagrada.
Un pueblo y una ciudad amenazados como nunca por una
cultura cada vez más pagana, que se enorgullece de su
amnesia y nos pretende imponer a un Dios
destilado, trascendente pero dentro de los límites de la inmanencia… siempre a
nuestra mano para ser usado como un instrumento más del consumismo que nos
agobia.
Un pueblo y una ciudad que te necesitan más que
nunca para que en Buenos Aires la
transmisión de la fe siga provocando encuentro y fiesta.
Para que la frescura del niño rezando a la noche y
el tesoro de sabiduría de nuestros mayores le den a nuestra ciudad “buenos
aires”, aires de trascendencia que provienen del cielo pero hacen habitable la
tierra. Porque sin trascendencia, seremos dominados por lo intrascendente. No
ha de extrañarnos que, contaminados los aires, también la naturaleza humana se
torne biodegradable en nuestra ciudad.
Justamente por esto tu pueblo y tu ciudad te necesitan más que
nunca catequista.
Alegre, comprometido, renovado en tu fervor…
Haciendo presente ese estilo de Iglesia misionera que sabe de fragilidades
-propias y ajenas- y por eso sale, escucha, abraza, acompaña.
¡No te canses de sembrar! Y en este año del
Bicentenario, me animo a proponerte que te acerques como peregrino a la Parroquia de Nuestra
Señora de la Piedad. Y
ante la tumba de la Madre
Antula, pedidle para vos, para mí y para cada uno de los
catequistas de esta bendita ciudad, su
grandeza y su fortaleza. Suplicarle la gracia de poder acompañar y
cuidar la fe de nuestro pueblo fiel como ella lo supo hacer tres siglos atrás,
en circunstancias también difíciles como las actuales.
Será una manera de “anticipar la aurora, y construir la esperanza”.
Que Jesús te bendiga y
la Virgen Santa
te cuide. Afectuosamente.
Card. Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires
Buenos Aires, 21 de agosto de 2010
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