miércoles, 27 de marzo de 2013

A los catequistas







Carta de monseñor Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires a los catequistas de la arquidiócesis (21 de agosto de 2010)
  
 Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió
y preguntaban: “¿Quién es éste?”. Y la gente respondía:
“Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea”.
(Mt 21,10-11)
  
Querido catequista:
La festividad de San Pío X y la celebración del día del Catequista son una ocasión propicia para hacerte llegar mi sentimiento de gratitud por tu entrega silenciosa y comprometida en el ministerio de la Catequesis.
La Catequesis en la Argentina atraviesa un momento muy especial ya que, como sabrás, en el año 2013 tendrá lugar en Morón el III Congreso Nacional de Catequesis. Su lema “Anticipar la aurora, construir la esperanza” nos pone en  sintonía con aquello que tan hermosamente nos dice Aparecida: “La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias…. No puede replegarse frente a quienes sólo ven confusión, peligros y amenazas o de quienes pretender cubrir la variedad y complejidad de situaciones con una capa de ideologismos gastados o de agresiones irresponsables. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros…” (DA 11)
Al agradecerte todo lo que haces por la Catequesis, le pido de corazón al Señor que te rejuvenezca con su gracia, ya que la renovación de la pastoral y de la catequesis no dependerá “de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino.” (DA 11)


En nuestra tarea evangelizadora Dios nos pide que acompañemos a un pueblo que camina en la fe. Por eso el Señor nos regala rostros, historias y búsquedas... Y siempre nos hace bien recordar que ese niño, joven o adulto que Dios pone en nuestro camino, no son vasijas que demos llenar de contenidos o personas que  debemos conquistar. El Señor ya habita en sus corazones, ya que El siempre nos precede, nos “primerea”.
Nuestra tarea será simplemente ¡y nada menos! ayudar a develar, a explicitar la Presencia de Aquél que ya está y tiene el poder de hacer plena toda vida. Misión hermosa, ministerio de la Palabra que los catequistas realizan ininterrumpidamente desde hace casi dos mil años. Servicio eclesial que reconoce muchas formas y diversos lugares. Por todo esto, ¡gracias y ánimo! Y no dejen de estar al servicio del santo pueblo fiel de Dios…
Un pueblo que necesita de testigos antes que maestros. Hagan que la catequesis sea transversalmente kerygmática, para que el proceso y maduración de la fe tengan la frescura del encuentro con Aquél que, a través de la Iniciación Cristiana, te consolida como discípulo misionero.
Un pueblo del cual ustedes y yo formamos parte y con el cual, gracias al Bautismo, nos reconocemos familia y nos descubrimos hermanados en Jesús y sanados de toda herida de orfandad.
Un pueblo cuya vida transcurre en esta querida ciudad que habitamos, cuyo río muchas veces no supimos cuidar pero nos da identidad de “porteños”. Ciudad de Buenos Aires, autónoma y dependiente al mismo tiempo, con mucho de Corinto en sus luces y en sus sombras.
Un pueblo y una ciudad que tienen fe y se palpa en su diario caminar. Rica en sus numerosos santuarios y en esos altarcitos familiares que, paradójicamente, son más frecuentes en los barrios para algunos mirados simplonamente como marginales o descartables.
Un pueblo y una ciudad necesitados de cercanía, para que “lo macro” y el anonimato no maten la historia mínima que, por ser humana y cristiana, se hace historia y tierra sagrada.
Un pueblo y una ciudad amenazados como nunca por una cultura cada vez más pagana, que se enorgullece de su amnesia y nos pretende imponer a un Dios destilado, trascendente pero dentro de los límites de la inmanencia… siempre a nuestra mano para ser usado como un instrumento más del consumismo que nos agobia.

Un pueblo y una ciudad que te necesitan más que nunca para que en Buenos Aires la transmisión de la fe siga provocando encuentro y fiesta.
Para que la frescura del niño rezando a la noche y el tesoro de sabiduría de nuestros mayores le den a nuestra ciudad “buenos aires”, aires de trascendencia que provienen del cielo pero hacen habitable la tierra. Porque sin trascendencia, seremos dominados por lo intrascendente. No ha de extrañarnos que, contaminados los aires, también la naturaleza humana se torne biodegradable en nuestra ciudad.
Justamente por esto tu pueblo y tu ciudad te necesitan más que nunca catequista.
Alegre, comprometido, renovado en tu fervor… Haciendo presente ese estilo de Iglesia misionera que sabe de fragilidades -propias y ajenas- y por eso sale, escucha, abraza, acompaña.
¡No te canses de sembrar! Y en este año del Bicentenario, me animo a proponerte que te acerques como peregrino a la Parroquia de Nuestra Señora de la Piedad. Y ante la tumba de la Madre Antula, pedidle para vos, para mí y para cada uno de los catequistas de esta bendita ciudad, su grandeza y su fortaleza. Suplicarle la gracia de poder acompañar y cuidar la fe de nuestro pueblo fiel como ella lo supo hacer tres siglos atrás, en circunstancias también difíciles como las actuales. 
Será una manera de “anticipar la aurora, y construir la esperanza”.
Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Afectuosamente.

Card. Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires
Buenos Aires, 21 de agosto de 2010











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