viernes, 28 de marzo de 2014

4º Domingo de Cuaresma – Ciclo A

 
Odres Nuevos Evangelio 30 marzo 2014 color 

Lectura del santo evangelio según san Juan (9,1.6-9.13-17.34-38):
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»
Unos decían: «El mismo.»
Otros decían: «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: «Soy yo.»
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»
Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»
Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»
Él contestó: «Que es un profeta.»
Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»
Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.
Palabra del Señor






¡Jesús, pon luz en mis ojos!

Gracias, Jesús, por mis ojos.
Quisiera que siempre estuvieran dispuestos para abrir mi corazón, para mirarte a ti. 
Dales tu luz, para que sean unos ojos limpios que miren sin mentira ni rencor.
Que desaparezca de ellos la tristeza y que sepan abrirse siempre para ver admirados todo lo que nos rodea. 
Que sepa cerrarlos para encontrarte muy dentro llenándolos de fe, de confianza en ti. 
Que sepa abrirlos y ver en profundidad para reconocer tu presencia en todas las cosas. 
Que nunca se cierren ante las necesidades de los demás.
Toca mis ojos con tus manos, llénanos de tu luz para ver la vida con la mirada de la fe.
Que demos testimonios de ti con valentía para que otros crean y te sigan.
Jesús, limpia mi pecado, dame tu luz.

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