Conocer el misterio de la Santísima Trinidad, nos compromete a adquirir
ciertas actitudes en las relaciones humanas: "la perfectísima unidad de
las tres personas divinas, es el vértice trascendente que ilumina toda forma de
auténtica relación y comunión entre nosotros, seres humanos" (Juan Pablo
II, "Creo en Dios Padre", p.170).
No se trata de que queramos entender el Misterio de la Santísima Trinidad,
esto es imposible. Jesús nos reveló ese Misterio para mostrarnos el modelo de
lo que deben ser las relaciones humanas de los cristianos.
La Iglesia universal nos invita a "glorificar a la Santísima Trinidad”.
No hay mejor forma de hacerlo que revisando las relaciones con nuestros
hermanos, para mejorarlas y así vivir la unidad querida por Jesús: "Que
todos sean uno".
Celebrar esta solemnidad tiene sentido, puesto que por el Espíritu Santo llegamos a creer y a reconocer la Trinidad de personas en el único Dios verdadero. La Santísima Trinidad es ciertamente un misterio, pero un misterio en el cual nosotros estamos inmersos. Un océano que no podemos esperar abarcar en esta vida.
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