Lectura del santo Evangelio según San Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once, y les dijo:
–Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado.
A los que crean, les acompañaran estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos.
El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.
Palabra del SeñorEl que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado.
A los que crean, les acompañaran estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos.
El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.
CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE LOS NIÑOS DE PRIMERA COMUNIÓN
No
resulta fácil, María
expresar todo lo
que el corazón
siente en estos
momentos:
JESUS llena, con su
presencia,
la vida de todos
los que, con oración y emoción,
le hemos recibido
por primera vez en este día.
Quisiéramos, Virgen
María,
ofrecerte uno de
los momentos
más brillantes y
esperados de nuestra fe
Una de las horas
más inolvidables de nuestra vida
El instante donde,
por dentro, nos sentimos fuertes
porque Jesús ha
decidido salir a nuestro encuentro
y convertirnos en
sus AMIGOS E INVITADOS.
Te ofrecemos,
María, nuestro deseo de seguir adelante
Te ofrecemos,
María, nuestra promesa de no olvidar a Jesús
Te ofrecemos,
María, la alegría que nos ha dado
el llenarnos del
Cuerpo y la Sangre
del Señor.
No nos dejes de tu
mano, María:
cuando nos
apartemos de Dios, recupéranos para que volvamos a El
cuando nuestras
almas se enfríen, tócanos con tu mano y sean más cálidas
cuando nos alejemos
de la Mesa Santa,
recuérdanos que,
sin ella, seremos más débiles y menos fuertes.
María:
Aquí, a tus pies,
dejamos todo lo que somos y tenemos.
Gracias por
ayudarnos a descubrir a Jesús
Gracias por
enseñarnos amar a Dios
Gracias por estar
junto a nosotros.
Hoy, porque nuestro
corazón está lleno de alegría
de paz, de amor y
de Dios
te consagramos toda
nuestra vida
para que en, todos
los años que vivamos en la tierra,
Dios nos acompañe y
seamos felices. Amén
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