DECÁLOGO PARA
UNA BUENA
PRIMERA COMUNIÓN
1.Háblale a tu hijo/a del gran regalo de la fe y, sobre todo, de Jesús como centro y razón de nuestra vida
cristiana.
Si hablas de los obsequios materiales, estarás
eclipsando el sentido más grande de ese día. Y, no olvidéis, que los regalos
propios de una primera comunión (los que duran toda la vida) son: la cruz, el
rosario, una medalla o una Biblia. ¡Esta cruz me la regaló mi madre, mi
padre…en mi primera comunión!
2.Acompáñale con tu
testimonio de fe.
Unos padres que rezan juntos, que bendicen la mesa,
que recuerdan las oraciones de aquellos días en que fueron pequeños, son el
mejor catecismo para un/a niño/a.
3.La Misa del Domingo es imprescindible para entender y comprender el
sentido de la Primera Comunión.
Comulgar, sin ir a misa, es como ir a París y no ver
la Torre Eiffel. La Primera Comunión no es un fin sino un medio para llegar más
aún a identificarnos con Cristo.
4.Lo importante nunca ha de ser esencial y, lo esencial, sí que ha de ser
siempre importante. De la Primera Comunión sobra la ostentación y es
imprescindible la sobriedad. Lo superficial ensombrece, y con mucho, el
brillo de los grandes momentos.
5.En un mundo individualista, la Primera Comunión, sirve para renovar y
acentuar los lazos de la familia.
En la fiesta cristiana convergen muchos aspectos:
sincero diálogo, recuerdo de las horas grandes y mesa que se comparte. Pero no
olvidemos que, no por llenar demasiado una mesa, es colosal un banquete.
6.La oración (como diría Santa Teresa de Jesús “estar con Aquel que
tanto se ama”) es un vehículo hacia el conocimiento de Dios, de Jesús, del
Espíritu o de la Virgen María.
Un/a comulgante ha de llegar a la Primera Comunión
sabiendo hablar con el lenguaje de la oración.
7.El Padrenuestro, el Ave María, el Credo, la Salve, el Gloria son
oraciones que nos dan la clave de nuestra sensibilidad hacia Dios, la Virgen o
la Iglesia.
Un conductor, en plena autopista, domina la
señalización para saber por dónde ir. Un cristiano, ante la comunión, ha de
conocer unos mínimos que le ayuden a mantenerse en camino.
8.La catequesis no es ninguna “exigencia
u obligación para” sino una oportunidad para ser conscientes
de lo qué se va a celebrar. ¿Es exigencia comer o
beber? La catequesis nos alimenta y nos nutre de conceptos y, sobre todo, nos
hace tomar conciencia de lo que decimos creer.
9.Un reto de la Nueva Evangelización es que, aquello que pretendemos (dar a
conocer a Cristo) sea un caldo de cultivo en las familias.
Si la familia falla, de nada sirven las catequesis, ni
los catequistas ni el esfuerzo del sacerdote más creativo y trabajador. La
familia ha de volver a ser la base de la vida cristiana.
10.No olvidéis que, los preparativos de la Primera Comunión, no os han de
traer de cabeza con elementos secundarios.
Por el contrario; lo que os ha de conquistar el
corazón es el saber que, en ese día, el Señor entra en el sagrario del corazón de
vuestros hijos. No olvidaremos, además, que la entrada de Cristo en nuestros
hogares nos invita, además, a no olvidar los “otros
cristos” sufrientes del mundo.
Que la Primera Comunión, lejos de ser un acto social,
lo convirtamos en una oportunidad para renovar la vida cristiana de nuestras
familias. Los niños, qué duda cabe, son una ventana abierta por la cual podemos
divisar –de nuevo- aquellas sensaciones divinas que las dificultades, la
secularización, el materialismo o la pereza hicieron estragos con ellas. ¿Lo
intentamos?
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